AÑO 2014, NOVIEMBRE-DICIEMBRE VOL. 6 No. 40, 17/NOV/14
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Cómo citar el articulo:
Rosas A. L. "El miedo a morir". (noviembre-diciembre, 2014). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 17 de noviembre, 2014. Vol. 6, No. 40. Disponible en Internet: http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.
EL MIEDO A MORIR
“
Todos sabemos que algún día
vamos a morir, pero nos gusta creer que eso va a suceder cuando seamos muy
mayores. Los avances de la medicina han alargado nuestra esperanza de vida,
pero también algunas enfermedades, los accidentes, la violencia y nuestros
modos de vida llenos de estrés nos ponen muchas veces en riesgo de morir
prematuramente. Sin embargo, nos cuesta trabajo vernos como simples mortales. No
nos gusta pensarnos muertos, y, si bien es cierto que todos los seres humanos
tenemos ese miedo, muy pocas veces nos ponemos a reflexionar porqué.
Miedo al cambio
El temor a la muerte tiene que
ver con el temor al cambio. La muerte es el máximo cambio que vamos a vivir.
Muchos seres humanos desean que nada cambie, ni el florero de la mesita ni el
color de las paredes. A veces no aceptamos ni los cambios que implica nuestro
desarrollo natural: crecer, madurar, soltar. Y a veces incluso las cosas que
nos hacen daño tampoco queremos que cambien. Entonces, ¿cómo podríamos aceptar
el cambio más radical?, un cambio que implica dejar el mundo, nuestra gente y
nuestras cosas. El miedo a la muerte, como todos los demás miedos, puede llegar
a limitar nuestra vida, puede hacer que la dejemos de vivir plenamente.
Miedo a la soledad
Junto con el miedo a la muerte
vamos a encontrarnos con el miedo a la soledad. Nuestra fe en Dios nos ha
enseñado que allá donde Él está no estaremos solos. Sin embargo, a pesar de
eso, seguimos teniendo miedo a que no sea verdad. Morir implica soledad. Nos
cuesta aceptar la posibilidad de irnos y dejar a los demás y todo lo que
tenemos.
Nos asusta quedarnos solos. Pero
también el abandono y el aislamiento son formas de muerte social. Cuando
estamos solos, cuando nadie se acuerda de nosotros, nos sentimos como muertos
en vida. Nos asusta la posibilidad de estar solos al morir, así como de que
nuestros seres queridos, nos olviden.
Miedo al dolor
El proceso de morir también
despierta otros temores. A veces el asunto al que nos resistimos es que la muerte
vaya suceder después de una enfermedad o una agonía dolorosas o tememos que el
mismo momento de morir vaya a ser doloroso.
El miedo a morir puede limitar
nuestra vida, puede llevarnos a no hacer muchas cosas por el “qué tal si me
pasa algo”, y si bien es cierto que podemos tener un accidente en un avión, o
en un auto, o caminando en la calle, en realidad nada nos garantiza que dejar
de hacer estas cosas va a evitar que algún día vayamos a morir. De todas
maneras si nos cuidamos en exceso o nos descuidamos, el hecho es que todos, tarde
o temprano, vamos a morir. Claro está que cuidar nuestra salud, hacer
ejercicio, alimentarnos bien, puede asegurarnos una vida de mejor calidad,
incluso más larga, pero ninguna de estas cosas va a evitar que suceda la
muerte.
Tener miedo de ir al doctor
por pensar que a lo mejor nos dicen que estamos muy enfermos o tener miedo de
morir en un quirófano, cuando necesitamos ser operados, lo único que consigue
es que las enfermedades avancen a un grado en el que ya no se puede hacer nada.
La muerte es la única certeza
que tenemos. Todo lo demás es incierto. Y es precisamente ante nuestra única certeza
donde más tememos...
De ahí la importancia de
prepararnos, de reconocer nuestros temores y de buscar la manera de que estos no
entorpezcan nuestra vida, mientras la tenemos.
El duelo por nuestra propia
muerte es un duelo anticipado y radical. Se trata de una pérdida que aún no ha
tenido lugar, donde el objeto a perder es la propia vida, dejar de ser, dejar
de existir, es lo que está en juego.
Nuestra propia identidad y la
propia persona son puestas a prueba.
¿Qué podemos hacer?
Prepararnos para nuestra
propia muerte nunca va a ser un proceso sencillo, pero no debemos olvidar que
lo más difícil es vivir la vida, enfrentarnos a todas las situaciones que nos
toca vivir. Aunque si recordamos ese proceso veremos que no siempre ha sido
difícil y es más, me atrevería a afirmar que la mayor parte del tiempo ha sido
sencillo y divertido, pero de verdad vivir es lo más difícil, porque involucra
cambios, retos, luchas, enfrentamientos, dificultades, y si estamos leyendo esto
es porque, a pesar de todo, hemos podido hacerlo. Aquí estamos, vivos, tal vez
sanos, algunos otros enfermos o en situaciones en donde la muerte está más
cercana. Pero aún con todo eso, seguimos vivos.
Lo mejor que podemos hacer, no
importa el tiempo que nos quede, es realizar actividades que nos gusten y que
nos den ilusión, porque así podemos llegar al final, sintiendo y sabiendo que
nuestra vida ha sido plena y ha valido la pena. Andar por el mundo con miedo a
morir es como vivir a medias, es llevar una
vida a la mitad, ni gozosa ni dolorosa.
Me gusta pensar que la vida es
como la muestra el trazo de un electrocardiograma: un subir y bajar. Vivir
implica a veces estar arriba, gozando, otras veces es estar abajo, resolviendo
o enfrentando. Pero de arriba a abajo hay puntos intermedios que nos permiten
tomar aire y poder continuar.
No sirve de nada dejar de
hacer cosas por temor a morir, porque la muerte llega cuando tiene que llegar, ni
antes ni después. Hay un cuento que dice que un hombre se encuentra a la muerte
en la cuidad y huye de ella, corriendo hasta llegar al desierto, hasta llegar a
una cueva donde decide esconderse para que no lo encuentre, pensando que si no vuelve
a salir no se encontrará nunca más a la muerte. Cuando llega la
noche de ese mismo día en que huyó, se le presenta la muerte y le dice: “Me
sorprendió verte esta mañana en la cuidad, pues yo sabía que ibas a morir en
una cueva en el desierto.”
Hay cosas que podemos hacer para
hacer menos difícil el proceso de la muerte.
1. Empezar a hacer planes
mientras todavía tenemos salud: pensar qué queremos hacer con nuestra vida. La
planificación es la mejor manera de llegar al final. Las cosas son más
sencillas si tenemos un plan. Hasta hacer una fiesta requiere de un plan, no
importa que tan improvisada sea.
2. Dejar que los demás sepan qué es
lo que desearíamos al final de la vida: nuestros últimos deseos, dónde queremos
morir, qué queremos que suceda en nuestro final, etc. Esto da a los demás la
posibilidad de complacernos, de prepararse, y a nosotros también nos permite prepararnos
mejor.
3. Hablar con nuestras personas
importantes del cariño que tenemos hacia ellos, así como de aquellas cosas que
entorpecen las relaciones y no nos dejan vivir en paz. Empezar a vivir nuestras
relaciones con los demás con más autenticidad.
4. Si alguien no está de acuerdo,
decirle que no importa, que respetamos su decisión, pero que respete la
nuestra. El respeto entre los humanos facilita nuestra vida y también nuestra
muerte.
5. Si se tratara de una
enfermedad terminal, enterarnos del diagnóstico es un impacto muy fuerte pero nos
permite:
a) Elegir un tratamiento.
b) Tomar el control de la fase
final de nuestra vida.
c) No dejarle todas las
decisiones al médico o a la familia ya que ellos tomarían el control de nuestro final.
d) Hay que comprender lo más posible
la enfermedad y su pronóstico.
e) Arreglar nuestros asuntos pendientes.
Estrategias para morir en paz:
6. Inculcar buenos recuerdos: eso
asegura que no nos olviden, ni en vida ni después de
nuestra muerte.
nuestra muerte.
7. Mantener el control al final:
nosotros somos los únicos que sabemos lo que necesitamos y nadie tiene que
decidir por nosotros.
8. Evitar el sufrimiento: el dolor
a veces no lo podemos evitar, pero el sufrimiento es opcional.
Sufrir no es una necesidad
humana. Sufrir a veces implica tomar la decisión de atormentarnos de más con
nuestros dolores.
9. Despedirse de los seres
queridos: irse nunca será un proceso sencillo. Pero la despedida nos da siempre
la posibilidad de cerrar un ciclo, en este caso el ciclo de nuestra vida. Pero
recordemos siempre que al cerrar algo se nos crea la oportunidad de abrir otro
ciclo más.
10. Asumir nuestra soledad:
nacemos solos, la vida es un proceso que empezó así, y moriremos solos. Nadie
puede morir la muerte de alguien más. La soledad es intrínseca al ser humano.
Pero aunque somos seres solitarios, también podemos llenar esa soledad con grandes
y amadas personas que aunque dejen de estar, su presencia, su amor, las
experiencias vividas, se quedaran a acompañarnos siempre en nuestro corazón.
Y
no hay que olvidar que en realidad no estamos tan solos, estamos con Dios y con
nosotros mismos. Y que allá, a donde vamos al morir, también están los
nuestros... los que se adelantaron en el camino.
Ana Laura Rosas Bucio
Directora General
de CECAPIP S.C.
Directora General
de CECAPIP S.C.
17 DE NOVIEMBRE 2014.
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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 1 No.40 Semana 40 [17-23 noviembre] 2014. Es una publicación electrónica semanal editada y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.
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