lunes, 14 de abril de 2014

CECATANATOLOGÍA

                                                                      AÑO 2014, ABRIL-MAYO VOL. 2 No. 9  14/ABRIL/14

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Cómo citar el articulo:
Rosas, Ana L. "Dejar ir a nuestros seres queridos, no es olvidarlos". (abril-mayo, 2014). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. [en línea] 14 de abril, 2014. Vol 2, No. 9. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.


"Dejar ir a nuestros seres queridos, no es olvidarlos"

Ana Laura Rosas Bucio



Lo que una vez disfrutamos nunca lo perdemos.
Todo lo que amamos profundamente
se convierte en parte de nosotros mismos.
HELLEN KELLER


Despedirse nunca ha sido un proceso sencillo. No importa si la separación es por un tiempo corto o por un tiempo más largo. Si sentimos cariño por la persona que se va, la despedida siempre va a ser dolorosa. De todas las despedidas que podemos tener en nuestra vida, la de la muerte seguramente es la más dolorosa. Dejar ir de esta vida a un ser querido es una de las experiencias más difíciles a la que nos enfrentamos.

La muerte es la única certeza que tenemos en la vida, sabemos que tarde o temprano sucederá. No obstante, no importa cuántas veces hayamos tenido que enfrentarla, lo real es que nunca estaremos suficientemente preparados para hacerlo.


Revista Presencia Apostólica, donde aparece este articulo
Si la muerte es una realidad y un proceso natural al que nadie escapa, ¿por qué nos resulta tan doloroso aceptarla?. Seguramente si hemos perdido a un ser querido, nos hemos preguntado esto y muy probablemente no hemos sabido qué contestarnos. Sólo sabemos que nos duele, a veces de tal manera que creemos que no vamos a poder seguir adelante. Extrañamos tanto a nuestro ser querido, nos sentimos muy solos, asustados, tristes y enojados. En algunas ocasiones tenemos sentimientos de culpa por algo que hicimos o dejamos de hacer en relación con nuestro ser querido. Nos cuesta mucho trabajo creer todo lo que está sucediendo.

Nos preocupa el futuro. Nos duelen el presente y el pasado, y podemos tener la sensación de que nuestro ser querido fallecido sigue cerca de nosotros, de que aún no se ha ido.

El duelo es un proceso de adaptación y de transformación

Después de la pérdida, el dolor puede golpearnos tan duramente que si no lo asumimos desde una perspectiva más constructiva y positiva nos puede hacer pedazos. El duelo –palabra que etimológicamente significa dolor– debe ser un proceso activo de adaptación ante la pérdida de un ser amado.

El proceso del duelo involucra reacciones de tipo físico, emocional, familiar, conductual, social y espiritual. Ninguna persona que ha experimentado un duelo vuelve a ser la misma que antes de esa muerte. Algo muy profundo se ha trastornado. La ausencia de nuestro ser amado dejará un hueco que no podrá ser llenado jamás, porque cada persona es única y sus virtudes y defectos son inigualables.

Al morir un familiar, una pareja, un hijo o un amigo, la ausencia que deja provoca sentimientos de dolor, aflicción, impotencia y una infinita tristeza. Duele el alma y el cuerpo, duele nuestra historia pasada, nuestro presente y nuestro futuro.

Apego y vínculo

Todo esto sucede por el apego. Me resulta muy interesante hablar en este artículo del apego, ya que es una palabra que tal vez algunos hemos escuchado, pero no todos entendemos u verdadero significado. Para muchas personas la palabra apego tiene un significado negativo. Todos hemos escuchado que no es bueno tener apegos, y yo he escuchado a algunos profesionales afirmar que las personas deberíamos deshacernos de nuestros apegos. Aquí tengo que decir que estoy de acuerdo en una parte, pero en otra no. Voy a explicarme. Vamos a empezar por definir la palabra apego. El apego, es una vinculación afectiva intensa y duradera que se desarrolla y consolida entre dos personas, por medio de la interacción recíproca y cuyo objetivo es la búsqueda y mantenimiento de la proximidad en momentos de amenaza, ya que el vínculo proporciona seguridad, consuelo y protección. Entonces, según esta manera de entender el apego, para los seres humanos es importante desarrollar este vínculo emocional con las personas. Si no fuéramos capaces de establecer relaciones basadas en el apego, entonces estaríamos muy solos, desprotegidos, desconsolados e inseguros. Estaríamos emocionalmente enfermos.

El apego tiene las siguientes características que nos conviene conocer para conseguir desarrollar un vínculo sano:

1) Esforzarse por mantener la cercanía con la persona con la que estamos vinculados. Queremos seguir siempre cercanos a nuestra persona querida. Sin embargo si tenemos un apego sano, independiente y seguro, aunque nos guste estar cercanos, no será necesario que vivamos juntos o que estemos siempre juntos, para tener esa sensación de cercanía. Si nuestro apego es inseguro, dependiente, no vamos a querer dejar ir nunca a la otra persona, y retenerla siempre es imposible.

2) Resistencia a la separación, sintiendo ansiedad, desolación y abandono ante la pérdida. Si tenemos vínculo emocional o apego, por supuesto nos duele separarnos, nos asusta, nos pone tristes, pero si nuestro apego es sano, sabemos y sentimos que aunque el otro ya no esté cerca, o ya no esté vivo, podemos seguir cercanos siempre. El vínculo emocional sano es tan fuerte que sobrevive a la distancia o a la muerte. Si mi apego es dependiente, no voy a poder dejar de sentirme solo cuando el otro se vaya y eso no es sano.

3) Buscamos mantener un contacto sensorial privilegiado con la figura de apego. Esto significa que queremos escucharlo, verlo y tocarlo. Y aunque en efecto en las separaciones, principalmente las que se dan por muerte, esto ya no puede ser posible, mientras logramos deshacer nuestro apego en este aspecto, es importante dejar que la persona que ha perdido a un ser querido, hable de él o ella, toque sus cosas, vea sus fotos, etc. Pero esto conforme pasa el tiempo se tiene que dejar de hacer, porque necesitamos establecer otra relación emocionalmente cercana con alguien a quien tocar, ver y escuchar.

4) Apoyarse en la persona con la que estamos vinculados para obtener seguridad para explorar el mundo físico y social. Y es precisamente esta característica la que permite alejarnos o separarnos. Por ejemplo: Si yo estoy apegada sanamente con alguien, entonces voy a “usarlo” (en el buen sentido de palabra) para llevarme conmigo esas emociones que siento cuando estoy con esa persona, para ir a vivir mi propia vida, para conocer a otras personas y eso no significa que deje de querer a la persona que quise. Lo que pasa es que ahora la llevo conmigo simbólicamente a donde vaya. Si mi apego es dependiente no podré dejarla ir.

5) La última característica, cuando estamos en momentos de tristeza, temor o malestar, normalmente vamos a buscar a la persona con la que estamos apegados para que nos de apoyo y bienestar emocional. Y, dependiendo del caso, a veces con una llamada o una visita podemos encontrar ese apoyo que buscamos. En caso de que nuestro ser querido ya haya fallecido, esto no quiere decir que no podamos seguir buscando ese apoyo en esa persona, sólo que ahora tendremos que hacerlo de una manera diferente. Ahora tendremos que establecer una nueva relación espiritual con nuestro ser querido; precisamente para esto nos sirve el proceso de duelo.

Transformar la relación 

Dejar ir a nuestro ser querido –en el sentido de aceptar su partida– no significa olvidarlo: dejar ir significa transformar la relación que teníamos en una relación diferente, en una relación espiritual, en una relación donde yo esté aquí en la vida y el que ha partido esté conmigo; cercano a mí, pero sabiendo que ya no está aquí. Si yo no tengo un apego sano con mi ser querido, me será imposible dejar ir del todo, pues eso me haría sentir muy sola, insegura y desprotegida. Entonces, nuestras reacciones ante las separaciones van a depender del tipo de apego que tengamos. Todos tenemos apegos y por lo tanto todos, al perder a un ser querido vamos a pasar por un duelo, pero dependerá de si nuestro apego es sano o no, qué tan “fácil o difícil” será para nosotros poder sanar ese dolor y si podremos o no finalmente decir adiós.

El proceso de duelo implica también un proceso de desapego porque la relación, como la teníamos, ya no podrá existir. Pero este desapego no significa en ningún caso olvido, indiferencia ni desamor. Es la actitud y el camino más saludable para seguir existiendo con plena libertad, autonomía y responsabilidad. Desapegarse significa vivir con el recuerdo sereno del ser querido en una nueva relación espiritual con él. En los siguientes artículos hablaremos del duelo y de lo que podemos hacer para facilitarnos este proceso.

El dolor que experimentamos no significa que no podamos continuar nuestra vida después de esa pérdida; significa que fuimos capaces de establecer relaciones emocionalmente profundas, que logramos crear vínculos emocionales sanos y que así como pudimos establecer esa relación tan profunda, tan amorosa con ese ser querido que se fue… podemos volver a establecer relaciones muy significativas, una y otra vez, con otras personas.

Cuando realmente amamos a alguien, podemos saber con toda seguridad que el amor que nos tenemos sobrevivirá a la muerte y que todo eso que vivimos con esa persona ahora ya es parte de nosotros y eso nada ni nadie, ni la misma muerte, podrá quitárnoslo.


Ana Laura Rosas Bucio
Directora General CECAPIP S.C.




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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 1 No.9 Semana 9 [14-20 abril] 2014. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com. Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.
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