AÑO 2015, MARZO- ABRIL VOL. 8 No. 59, 30/MAR/15
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Cómo citar el artículo:
Carrasco C.: "TDAH: un punto de
vista desde la práctica psicoterapéutica". (marzo-abril, 2015). Centro
de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea]
30 de marzo, 2015. Vol. 8, No. 59. Disponible en Internet:
http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.
TDAH: un
punto de vista desde la práctica psicoterapéutica
Cristina Carrasco
Ávila
Comentaba en el artículo de la semana pasada
(CECAPSICOLOGÍA 23 de marzo, 2015) que los niños y las niñas de nuestros días
han sufrido cambios radicales de comportamiento en relación a los niños que
nosotros fuimos y uno de esos cambios es lo que hoy conocemos como TDAH.
Decía también que la finalidad es estos textos era hablar de este trastorno desde la teoría
hasta la praxis, no desde la teoría,
pues en algún momento el desarrollo empírico puede aportar más información real
y de actualidad que los textos.
Soy psicóloga, y mi trabajo ha sido
fundamentalmente desempeñado con niños con este tipo de “trastornos”, y he adquirido
en mi práctica profesional una idea
diferente de las concepciones actuales del TDAH, sin embargo, por más trillada
que pueda ser la definición, es conveniente iniciar brindando al lector experto
e inexperto en materia de psicología clínica una definición que se expondrá a continuación y referida como
definición personal.
El TDAH por sus siglas es Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad, mas en términos un tanto comunes, podemos entenderlo
como una falta de capacidad que se gesta de manera inconsciente en el niño y
que le impide organizar y/o realizar sus actividades de manera eficiente,
planear, medir consecuencias, auto regularse, adecuarse a contextos propios, aprender
de la experiencia, etc. Esto catalogado
de manera en extremo general por la APA,
pero en la praxis cotidiana; en el desempeño de mi trabajo me he dado cuenta de
que existen muchas carencias en cuanto a lo ortodoxo y cuadrado que puede
resultar el cuadro clínico con el cual se evalúa y se diagnostica a los niños.
El departamento de psicología de la máxima casa de
estudios de América latina; la UNAM, nos dice que aproximadamente el 12% de los
niños en México padecen de este trastorno, sin embargo muchos de ellos no están
tratados, ni siquiera se conoce a fondo que el conjunto de síntomas antes mencionados, pero no limitados
sólo a esos, son un problema de corte neuro-biológico , y por lo mismo, la gente de manera regular es
poco probable que trate a sus niños; pensemos entonces en un alto porcentaje de
individuos que son catalogados por las instituciones como niños problemáticos,
los mismos que en conjunto por la cantidad que representa se puede llegar a
pensar que constituye un problema de salud publica.
Es lamentable que la falta de información provoque
que los niños antes descritos y no diagnosticados; y aún peor, los que ya
fueron diagnosticados y son tratados con terapeutas e incluso con fármacos,
sufran una segregación de los círculos sociales y de las mismas instituciones,
especialmente las escuelas, provocando esto un deterioro en la formación psicológica
del niño, en su autoestima y en su formación emocional, principalmente porque
les genera una sensación de inadecuación al contexto en el cual se desarrollan,
pues muchos de ellos están consientes de sus diferencias y pese a su esfuerzo
siguen siendo rechazados.
Lo anteriormente dicho deriva de un problema a
nivel sistemático, pues no sólo son las escuelas como estructuras fundamentales
de la educación, sino también los planes y programas educativos diseñados y no
adecuados para este tipo de casos tan particulares, sin embargo, al pensar en
estos niños como “problema” y pensar que son el 12% de la población infantil en
nuestro país nada más, pudiéramos pensar que entonces ese problema es más un
tipo de evolución de la especie, porque
lejos de las características que nosotros como terapeutas interpretamos y
reconocemos como males y deficiencias, estos niños tienden a tener un
coeficiente intelectual superior a la media a la cual seguramente la mayor
parte de nosotros pertenecemos.
Estos niños, de manera general tienen como
característica en un TDAH puro (sin trastornos comórbidos) que son en extremo
optimistas, participativos, diligentes, dinámicos, sociables, sin mencionar lo
antes dicho de su inteligencia y habilidad para resolver problemas “lógicos”
con más facilidad que la gente promedio, aún con esto, es natural que la gente
se asuste ante una situación con este tipo de niños, es menester entonces
educar a la gente en una cultura más abierta para el TDAH, pues llegará el día
en que deje de ser tipificado como problema o trastorno, y se entienda como una
nueva manera de ver, aprender y entender
la realidad, mientras tanto los niños pueden ser tratados sin ningún problema
con la participación de las escuelas, los padres y su terapeuta.
Si logramos involucrar los contextos anteriores en
una dinámica de atención tripartita, la calidad de vida familiar y académica
transcurrirá sin ningún problema, sin embargo, nos enfrentamos a padres que no
atienden de manera debida a sus hijos; temerosos, sin información, sin interés;
y a escuelas que prefieren etiquetar a estos niños y deshacerse del “problema”
que esto les representa; lejos de involucrarse y creerse realmente su papel de
formadores de individuos, los maestros
muchas veces se sienten con poca o nula disposición para actuar, entendiendo
también que no tienen las herramientas y el conocimiento formativo para tratar
estos casos, no es justificación pero es entendible, de aquí podemos derivar a
la necesidad de instruirlos mediante cursos, capacitaciones, congresos,
conferencias, talleres, etc. En los cuales se les brinde el conocimiento sobre
el trabajo académico y emocional que genere el desarrollo normal del niño en
las instituciones educativas.
Desafortunadamente, pareciera que aún estamos lejos
de esto, debemos iniciar perdiendo el miedo a la terapia para después darnos
cuenta que no es un mal, sino un mecanismo de desarrollo para los niños y las
niñas, entendamos entonces el proceso
del TDAH como un ir y venir en el proceso educativo entre:
Te explico –
atiendes – entiendes – aprendes.
El problema real con estos niños no está en el
aprendizaje, ni tampoco en la comprensión directa de la información, sino en el
segundo paso, el mantener la atención el tiempo suficiente para que el proceso
se vea concluido, por lo cual, si el niño es detectado de manera temprana, es
muy factible que no se genere ningún tipo de rezago académico, siempre y cuando
se mantenga una interacción y una comunicación estrecha entre los antes
mencionados padres, la institución educativa y el terapeuta, aquí deben
intervenir muchos factores decisivos, por ejemplo el departamento
psicopedagógico de cada escuela que detecte una insuficiencia o algún tipo de
conducta que necesite ser reorientada, como puede ser el TDAH o algún otro tipo de trastorno como el
negativista desafiante, un trastorno disocial de la conducta, ansiedad y depresión infantil, problemas de
aprendizaje y disfunciones ejecutivas.
La psicología clínica, particularmente refiriéndose
a materia de niños es una veta que pareciera inagotable de conocimiento e
investigación y desarrollo, pues seguramente existen un cúmulo de
características no descritas antes, mismas que se adecuan a cada niño
haciéndolo un caso muy particular de estudio y tratamiento, aunado a esto
tenemos características y antecedentes que aun no son visibles para la ciencia
o que apenas inicia su investigación, tomando por ejemplo desde mi experiencia,
que aproximadamente un 80% de los niños diagnosticados con TDAH, fueron producto
de un embarazo complejo en cualquiera de sus circunstancias y en su mayoría
fueron partos por cesárea, pudiera ser que todo esto sea una feliz coincidencia,
pero la cifra es alarmantemente alta como para dejarla de lado y no proponer
entonces una investigación por esta línea de información.
Queda un camino bastante largo por recorrer, es
menester exhortar a los padres a que se
informen sobre las características y repercusiones que un trastorno no tratado
puede generar, así mismo hacerles entender que el terapeuta no es aquel que
trata “locos”, sino que orienta y ayuda para encausar saludablemente a las
personas y volverlos así partícipes de la vida de sus hijos, no deslindando
completamente la responsabilidad a las instituciones educativas, y a las mismas
educarlas en una cultura de la tolerancia e inclusión de estos niños, que
salgan de su zona de confort y busquen ayudar a los niños a desarrollar ese
enorme potencial que tienen.
Un día en la vida de C. D. de 8 años, con TDAH, un muy inteligente niño.
Un día en la vida de C. D. de 8 años, con TDAH, un muy inteligente niño.
Terapeuta
especializada en TDAH
30 DE
MARZO 2015.
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